Martes 26 de septiembre.
Mañana de paseos por la capital y comprando cosillas para el viaje.
Fuimos hasta la central de tickets de Air China, la cual habíamos visto cuando nos bajamos del bus que nos trajo del aeropuerto al estar en el mismo edificio.
Allí compramos el billete de avión Lhasa - Beijing, el cual también se negaron en vendernos ya que nos pedían un permiso de "vuelta", es decir, otro permiso para salir del Tíbet. Increible, ahora un permiso para salir. Aquello se parecía a alguna secuencia de la película de Summers "To er mundo e güeno". Cámaras no faltaban así que ¿por qué no íbamos a ser nosotros esos afortunados actores de ocasión?
Ojos bien abiertos, un palmatazo en la mesa de la funcionaria y caras de pocos amigos. Esto fue el resultado de nuestra poca paciencia, así que la chica, que hablaba un perfecto inglés, no pidió que por favor esperáramos que tenía que consultarlo con sus superiores.
En unos minutos se presentó con refuerzos, pero sólo la acompañaron para ponernos cara de "aquí no ha pasado nada y tomen sus billetes". No nos extrañó en absoluto esas caras tan felices con las que volvieron al ver lo que nos clavaron por los dichosos billetes: 250 euros!
El resto de la tarde la pasamos visitandos varios Hutongs repartidos por la capital: la esencia de este pueblo, sin duda.
En uno de ellos, pasamos por una calle en la que había muchas peluquerías. Todas muy cerca una de la otra. Samu pensó que no le vendría mal un pelaito, y que le molaría pelaran en un sitio así.
Entramos en una de ellas, y con el gesto universal de "vengo a pelarme" hicimos nuestra presentación; la chica nos dijo que de pelarse nada, que la única que la pelaba era ella, y no precisamente los malos pelos de Samu.
El único inglés que aquella chica sabía lo utilizó para dejarnos claros cuál era su trabajo allí: lady massages, y no penséis en un mansaje oriental de esos que tanta fama tienen. La cosa era más simple, era una chica alegre.
Así que el pelaito tuvo que posponerse y salimos de allí con algo más aprendido: las peluquerías en Beijing tienen güasa.
Saliendo ya del último Hutong que encontramos, dimos a parar a un centro comercial enorme. Pero esto era diferente, era para gente con dinero. Parece raro decir esto en un país comunista pero los precios que allí habían eran precios occidentales, y por supuesto que nada de regateos.
Estos aires occidentales nos refrescaron la memoria y nos abrió la sed de una buena birra y un poco de musiquita, así que pillamos un taxi y le pedimos que nos llevara a la zona de bares en la que estuvimos el pasado Domingo, el Sanlitú.
El ambiente era bien distinto. Estaba super animao y todos los locales estaban repletos. Mucho guiri y poco lugareño eso sí.
En el primer local que probamos conocimos a un simpático Noruego con el que hicimos amistad continuamos la ronda de locales y birras. Nos contó que era su último día de trabajo en aquel país. Y tabmién nos contó que tenía claustrofobia en los aviones y que pretendía coger una buena cogorza esa noche para coger su avión a primera hora de la mañana y dormir hasta llegar a su tierra.
La verdad es que eso era una empresa complicada, ya que el tipo era enorme y robusto, y por más que bebía y nos invitaba ni se enteraba. Qué aguante....y yo tumbao en la cuarta cerveza, pero eso fue después de subirme a la barra, bailar con la cantante del grupo que tocaba en directo y revolucionar a todo el bar; llegó el equipo hispano-noruego y aquello se desmadró. Todo el mundo se contagió y al rato el bar entero estaba bailando entre las mesas.
El resto de la crónica de este día se resume en taxi para el hostel y poco más, al menos eso me contaron Adolfo y Samu al día siguiente. Nada como hacerse el borracho y dormirse en el taxi para no pagar. (y eso que eran 30 yuanes entre tres, osea 1 euro por cabeza :-) )
Notas
- Subtotal anterior: 1466,37 €
- Billete Air China Lhasa - Beijing: 256,06 € (pagado con tarjeta)
- Nuevo subtotal: 1722,43 €
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